Biología del Ciervo Volante: de lo poco conocido y lo mucho por conocer (versión 3.1, 2005) Grupo de Trabajo sobre Lucanidae Ibéricos (S.E.A.), Aptdo. Correos 385, 33400 Avilés (Asturias) El Ciervo Volante,
Lucanus cervus (L.), es "sin duda, el coleóptero
[...] más hermoso, bello y representativo" (Rodríguez,
1989). Frases como ésta suelen encabezar los artículos
de divulgación dedicados a este escarabajo. Y lo que suele seguir
es un repaso a lo que se presenta como la bien conocida biología
de tan afamada especie. Lo cierto es
que es mucho lo que se ignora sobre aspectos básicos de la biología
de un escarabajo tan emblemático y tan conspicuo. Hasta hace
muy poco, los pocos artículos técnicos sobre su ciclo
vital eran en su mayor parte meras descripciones anecdóticas
y ocasionales con poca o ninguna cuantificación rigurosa. Esto
es sorprendente por tratarse de una especie conspicua, popular y amenazada.
Lo cierto es que declaraciones tan alarmistas como "Según
todos los indicios, su extinción está asegurada en un
plazo no superior a cincuenta años" (Huerta & Rodríguez,
1988; Rodríguez, 1989) no están basadas en ningún
trabajo riguroso. Afortunadamente,
desde que se escribió la primera versión de este artículo
en 1996 se ha notado un cambio notable en la cantidad y calidad de los
datos sobre el Ciervo Volante. Aparte de la monografía clásica
de Palm (1959), el mejor resumen disponible sobre la biología
de los Lucanidae centroeuropeos, incluido L. cervus, es la obra
de Klausnitzer (1995), que proporciona algunos datos cuantitativos generales
para apoyar muchos de los aspectos tratados. Recientemente, se ha llevado
a cabo un muestreo nacional sobre L. cervus en el Reino Unido
(Percy et al., 2000), con abundante información biológica.
Además, Sprecher-Uebersax (2001) ha finalizado su tesis doctoral
sobre la biología de L. cervus en el área de Basel
(Suiza). Deborah Harvey también esta realizando una tesis doctoral
sobre esta especie en el Reino Unido. Este artículo resume los datos biológicos conocidos para el Ciervo Volante y señala algunos de los huecos en dicho conocimiento. Su principal objetivo es concienciar de la necesidad de profundizar en el conocimiento de la biología de este escarabajo. La historia natural constituye una base valiosa, pero insuficiente; se necesita además investigación cuantitativa detallada sobre la biología y ecología del Ciervo Volante. Sólo con tal bagaje puede afrontarse con seriedad su conservación. Taxonomía
y morfología externa El dimorfismo
sexual en el Ciervo Volante es notable y da lugar a su nombre común
en castellano. Los machos, además de ser mayores que las hembras,
poseen unas mandíbulas muy desarrolladas (Fig. 1). Se considera
el escarabajo de mayor tamaño de Europa. Las ilustraciones y
fotos de enormes ejemplares que acompañan muchos artículos
nos han dado la imagen característica de este coleóptero
pero ocultan una notable variación en el tamaño de los
individuos. La longitud total oscila entre los 30 y 90 mm en los machos
(mandíbulas incluidas) y entre los 28 y 54 mm en las hembras
(Lacroix, 1968, 1969; Clark, 1977; Harvey & Gange, 2003 a). Fig. 1. Ciervos Volantes adultos; a la izquierda la hembra y a la derecha el macho con las mandíbulas muy desarrolladas. Foto: César M. Álvarez Laó. La variación morfológica no se reduce a meras diferencias de tamaño sino que se extiende también a ciertos detalles en la forma de las mandíbulas y al número de lamelas de las antenas (Colas, 1962; Lacroix, 1968; Mal, 1972). Esto ha dado lugar a la distinción de una serie de formas o variedades (van Roon, 1910; para un resumen reciente véase Baraud, 1993). De dudoso valor taxonómico, ciertos autores han propugnado su abandono (Español, 1973). La revisión más reciente para la Península Ibérica (López-Colón, 2000) ha prescindido de esa excesiva subdivisión en formas y variedades. No obstante, esa variabilidad morfológica, que también se encuentra en otras especies de la familia (Arrow, 1937; Otte & Stayman, 1979; Baraud, 1993) resulta muy interesante desde otros puntos de vista, como se verá al tratar de la reproducción de la especie. Vida larvaria Fig. 2. Larva (último instar) de Ciervo Volante. Foto: César M. Álvarez Laó. Se ha documentado
un reparto del espacio dentro de la madera entre las distintas especies
de escarabajos xilófagos (Simandl, 1993). Se sabe también
que cada especie de Lucanidae ocupa una zona diferente del tronco (Szujecki,
1987). Los datos de Palm (1959) para Suecia indican una mayor presencia
de Ciervo Volante en tocones de más de 20 cm de grosor, aunque
también se encontró en troncos caidos y muertos en pie.
Dentro de los troncos, se localizó preferentemente en las raíces
y en menor medida en el fuste, y estuvo ausente de las ramas (Palm,
1959). Según Español (1973) las larvas penetran rápidamente
en la madera y suelen limitarse a la parte subterránea. de Ligondes
(1959) encontró larvas en galerías dentro de un tocón.
Jirí Simandl (com. pers.) afirma que son de vida libre y se encuentran
en el suelo, en la zona de contacto entre el humus y la madera ya muy
degradada. Según nuestras observaciones en tocones de diversas
especies de árboles, las larvas se encontraron en la parte subterránea
y aunque la madera estaba horadada por galerías, también
aparecieron larvas en la tierra circundante al tocón. Sprecher-Uebersax
(2001) también documenta este último patrón; Sprecher
(2003) indica que las larvas jóvenes se alimentan cerca de las
raíces principales de los tocones podridos, mientras que las
larvas más maduras se mueven hacia la periferia. Murria Beltrán
et al. (2004) han encontrado larvas en el serrín acumulado en
la base de troncos huecos de Quercus cerrioides. Otra bibliografía
que podría arrojar
luz sobre el asunto se encuentra en polaco o ruso y fuera de nuestro
alcance (Mamaev & Solokov, 1960; Pawlowski, 1961, citados en Szujecki,
1987). Los trabajos
sobre la sucesión de organismos que degradan la madera sitúan
a los Lucanidae en fases medias o tardías del proceso, en torno
a los cinco años tras la muerte del árbol (rango de 1-10
años según los autores: Dajoz, 1974; Szujecki, 1987).
De nuevo, los pocos trabajos que citan expresamente al Ciervo Volante
se encuentran en ruso o polaco. En general, no se considera a los Lucanidae
plagas forestales (Palm, 1959). Los huevos eclosionan
en dos a cuatro semanas (Baraud, 1993; Harvey & Gange, 2003 b).
La duración de la vida larvaria es variable, entre uno y siete
años según los autores (Palm, 1959; Paulian, 1988; Baraud,
1993; Drake, 1994). Este lento desarrollo se debe, por un lado, a la
baja calidad nutritiva de la madera descompuesta (bajo contenido en
nitrógeno) y, por otro, al gran tamaño que debe alcanzarse
en estado adulto. Aunque se suele indicar que los Scarabaeoidea y Lucanoidea
tienen tres instar larvarios (Stehr, 1991) y Klausnitzer (1995) proporciona
medidas de las cápsulas cefálicas para los mismos, Harvey
& Gange (2003 b) han encontrado que L. cervus pasa por 5-6
instars. La duración de cada instar larvario sigue siendo desconocida,
aunque Sprecher-Uebersax (2001) ha documentado la tasa de crecimiento
de los primeros estadios larvarios y Harvey & Gange (2003 b) también
han registrado el tiempo (unos 5 meses) hasta la primera muda. Se desconoce
el efecto de la temperatura, la humedad y el contenido en nitrógeno
de la madera sobre la duración del desarrollo larvario. Se sabe que
coexisten larvas de edades distintas dentro de un mismo tronco (Paulian,
1959; Harvey & Gange, 2003 b; GTLI, obs. pers.). No obstante, se
ignoran los detalles de la demografía larvaria: tasa de mortalidad
de cada instar, niveles de depredación o parasitismo, competencia
tanto inter- como intraespecífica, o canibalismo (que se ha documentado
para otras especies de escarabajos xilófagos). Los datos presentados
por Murria Beltrán et al. (2004) constituyen la primera confirmación
de que las larvas de L. cervus, P. barbarossa y D.
parallelepipedus cohabitan en el mismo árbol (aunque no se
dan detalles sobre la segregación espacial entre estas especies). Aunque en el estado larvario es difícil reconocer los sexos, se ha documentado cierto dimorfismo sexual en los Lucanidae. La estructura diferenciadora es una ampulla terminal situada en el noveno segmento larvario y que en otras especies estudiadas se haya presente solamente en los machos (Martínez & Lumaret, 2003). Dicha estructura ha sido localizada en las larvas de L. cervus por Harvey & Gange (2003 b). Tras la última muda larvaria, en la que se pueden superar los 10 cm de longitud (Sánchez, 1983; GTLI, obs. pers.), se pasa al estado de pupa (Fig. 3) en el suelo, cerca del tronco (de Ligondes, 1959; Sprecher, 2003; Harvey & Gange, 2003 b; GTLI, obs. pers. de individuos en terrario). La pupación se realiza dentro de una cámara (Fig. 3) construida al efecto con tierra, madera y otros materiales aglutinados con saliva (de Ligondes, 1959; Español, 1973; Harvey & Gange, 2003 b; GTLI, obs. pers. de individuos en terrario). La pupación dura unas seis semanas (Harvey & Gange, 2003 b). La metamorfosis se produce en otoño y los adultos pasan el invierno dentro del capullo o en la tierra adyacente para emerger al final de la primavera siguiente (de Ligondes, 1959; Rodríguez, 1989; Harvey & Gange, 2003 b; GTLI, obs. pers. de individuos en terrario). La afirmación de Paulian (1959) de que las larvas hibernan antes de la metamorfosis parece desmentida por las observaciones más recientes. Fig. 3. A la izquierda, pupas de Ciervo Volante; a la derecha, cámara pupal. Fotos: César M. Álvarez Laó. Las larvas poseen un órgano estridulante, cuya morfología ha sido estudiada por Sprecher (2003). La función de este órgano estridulante se desconoce. Vida adulta En Asturias,
los imagos se observan desde mediados de junio a finales de agosto o
comienzos de septiembre, con una mayor abundancia durante julio y ciertas
variaciones de año a año (Álvarez Laó &
Álvarez Laó, 1995). Es de esperar que se produzcan algunos
cambios en la fenología con la altitud y la latitud. Por ejemplo,
en el Reino Unido se observan principalmente entre mayo y agosto, con
un máximo en junio (Percy et al., 2000), y en Suecia entre junio
y julio (Palm, 1959). Los machos aparecen un poco antes que las hembras
(proterandria) (Percy et al., 2000; Sprecher, 2003; Harvey & Gange,
2003 b; GTLI, obs. pers.). La abundancia también varía
de un año a otro (Paulian & Baraud, 1982) y podrían
existir ciclos de abundancia de cuatro años (Drake, 1994) aunque
no existe ningún trabajo cuantitativo que apoye esta afirmación. Tradicionalmente se han señalado los hábitos crepusculares o nocturnos de los adultos (Paulian & Baraud, 1982; Sprecher, 2003) pero se ha detectado cierta actividad diurna (Álvarez Laó & Álvarez Laó, 1995; Hallengren, 1997) que puede ser más importante en áreas mediterráneas (Lacroix, 1968; Arturo Baz, com. pers.). La capacidad de vuelo parece, en principio, bien desarrollada. Drake (1994) señala que sólo los machos vuelan regularmente y Percy et al. (2000) también mencionan una mayor propensión al vuelo en los machos. Hallengren (1997) intentó el seguimiento de individuos radiomarcados, sin gran éxito. Sprecher-Uebersax (2001; Sprecher, 2003) utilizó radioseguimiento para el estudio de la dispersión de los adultos. Los machos volaron regularmente y llegaron a dispersarse 200 m. Las hembras no volaron en ningún caso y tuvieron desplazamientos mucho más cortos. Hay relatos sobre desplazamientos en masa de ejemplares en el siglo XIX (Darwin, 1871; Lacroix, 1968; Paulian & Baraud, 1982). En cualquier caso, se ha observado una atrofia de las fibras musculares al cabo de cierto tiempo (Paulian, 1988), que podría limitar sus posibilidades de dispersión. Reproducción Se ha estudiado
el comportamiento de apareamiento en algunas especies de Lucanidae americanas
(Mathieu, 1969). Existen algunos trabajos antiguos sobre L. cervus
pero se encuentran en alemán, por lo que no hemos podido consultarlos.
La duración de la cópula es controvertida: breve según
Baraud (1993), una cópula breve o varios episodios de apareamiento
en un corto lapso temporal según Mathieu (1969), de hasta varios
días según Huerta & Rodríguez (1988). Datos
recientes de Jason Chapman et al. (no publicados) y del GTLI (obs. pers.)
favorecen la última opción, o al menos un contacto o escolta
prolongada por parte del macho. De todos modos, la duración probablemente
sea variable y su prolongación podría tener relación
con la garantización de la paternidad en un ambiente competitivo.
Existen estudios en otras especies que demuestran que el último
macho en copular con una hembra fecunda la mayor parte de sus huevos
(Eberhard et al., 1993). Hay evidencia anecdótica de que los
machos se aparean con más de una hembra (Hallengren, 1997; Sprecher,
2003). Harvey & Gange (2003, b) han observado que las hembras también
se aparean más de una vez. Las hembras
hacen una sola puesta (Harvey & Gange, 2003 b). Aunque se afirmaba
que ponen los huevos en grietas en la corteza de árboles muertos
observaciones recientes de Sprecher (2003) y Harvey & Gange (2003,
b) indican la oviposición en el suelo, en el entorno de madera
muerta, a unos 25 cm de profundidad. Percy et al. (2000) documentan
hasta 34 especies diferentes en las que se produce la ovoposición.
La puesta consta de tres a 20 huevos (Baraud, 1993; Sprecher, 2003;
Harvey & Gange, 2003 b) de unos 3 mm de longitud (Baraud, 1993;
Harvey & Gange, 2003, b) depositados uno a uno (Huerta & Rodríguez,
1988; Harvey & Gange, 2003 b). Darwin (1871)
ofreció una explicación funcional al dimorfismo sexual
tan aparente en este escarabajo. Los machos luchan por las hembras,
haciendo de valor selectivo el desarrollo de las mandíbulas como
armas en tales peleas. Algo similar ocurre no sólo en numerosos
Lucanidae (Otte & Staiman, 1979) sino también en otros coleópteros
Scarabaeoidea (Palmer, 1978; Cook, 1987), otros grupos de insectos y,
por supuesto, en mamíferos. En varias especies de escarabajos
provistos de "cuernos" se ha demostrado que los machos mayores
tienen ventaja en la obtención de pareja (Palmer, 1978; Eberhard,
1979; Brown & Bartalon, 1986; Siva-Jothy, 1987). Los machos con
armas menos desarrolladas suelen perder los combates y por tanto tienden
a morir sin dejar descendencia. Esta es la base para el desarrollo del
carácter. En el Ciervo Volante, una propensión de los
machos mayores a ganar las luchas ha sido documentada por Jason Chapman
et al. (datos no publicados) y Lagarde et al. (2005). La enorme variación
que se observa en el desarrollo de las mandíbulas entre los machos
ha sido tratada en numerosas ocasiones (Paulian, 1959; Lacroix, 1968,
1969; Clark, 1977). Estos estudios demostraron que el tamaño
de las mandíbulas está en relación con el tamaño
general del cuerpo y que se produce una transición contínua
en el carácter desde los individuos menores con mandíbulas
pequeñas a los mayores con mandíbulas bien desarrolladas.
Diferencias en la alimentación larvaria, relacionadas con el
contenido en nitrógeno de la madera en descomposición
de que se alimentan las larvas, bastarían para explicar el diferente
tamaño final de los adultos pero también podrían
estar implicados factores genéticos (Paulian, 1988). Sobre la
interacción entre factores genéticos y ambientales en
la producción de un dimorfismo en la longitud de los cuernos
han aparecido una serie de trabajos, utilizando Ontophagus (Scarabaeidae)
como organismo de estudio (Emlen, 1994, 1996, 1997; Moczek, 1998; Emlen
& Nijhout, 1999; Moczek & Emlen, 1999; Hunt & Simmons, 2000).
Está por ver si este tipo de explicación es generalizable
a otros casos de dimorfismo. En numerosas
especies de Lucanidae (Arrow, 1939; Paulian, 1959; Otte & Stayman,
1979) se han encontrado dos o más formas netamente separadas
dentro de los machos (la famosa distinción entre machos major
y minor). En estas especies, la representación gráfica
del tamaño de las mandíbulas frente al tamaño corporal
no produce una única línea continua sino dos separadas.
Es decir, ambos tipos de machos obedecen a dos leyes de crecimiento
diferentes y no puede reducirse su diferencia de "armamento"
a una mera diferencia de tamaño. Algún otro factor debe
estar actuando. Eberhard (1980) ha postulado un mecanismo para explicar
estas diferencias. En primer lugar, deben existir diferencias de calidad
entre los posibles sustratos donde se desarrollan las larvas. Esto da
lugar a diferencias de tamaño en los adultos. Los machos pequeños
ven reducido su éxito como padres porque pierden más combates.
Esto conduce a la selección sobre un comportamiento alternativo
de estos machos a la hora de aparearse. En lugar de luchar por las parejas,
se dedican a "husmear" en las zonas donde se localizan las
hembras. Esperan su oportunidad y, mientras los machos grandes combaten
entre sí, logran acceder a alguna hembra y propagar así
su estirpe. Esto puede sonar muy maquiavélico y rebuscado, pero
es un fenómeno extendido en muchas especies donde los machos
luchan por las hembras, desde los insectos (Siva-Jothy, 1987) a los
peces y anfibios (Krebs & Davies, 1993). ¿Qué hay del Ciervo Volante? Aunque la presencia de machos minor ha sido aceptada mucho tiempo, los trabajos antes mencionados no han encontrado indicios de dos patrones diferenciados de crecimiento. Sin embargo, Eberhard & Gutiérrez (1991) y Lagarde et al. (2005) si la han documentado, mediante refinados análisis estadísticos y recurriendo al análisis de un gran número de ejemplares. Nuestros propios datos no parecen apoyar esta conclusión (Álvarez Laó et al., 1995). En nuestra opinión esta especie se haya en un estado de transición, sin haber desarrollado una diferenciación clara en estrategias alternativas. Esta idea se apoya en las propuestas de Kawano (1989), que establece la existencia dentro de los Lucanidae de todas las transiciones desde especies sin dimorphismo sexual hasta las especies con dimorfismo sexual y polimorfismo masculino. La resolución de esta incógnita deberá aguardar hasta la realización de estudios detallados del comportamiento de lucha y apareamiento en la especie. Problemática
actual La situación
de la especie en Europa varía de país a país. Se
ha extinguido en Dinamarca y en Estonia. En el Reino Unido se sospecha
un declive en las últimas décadas (Clark, 1966; Percy
et al., 2000; para un resumen reciente y muy crítico sobre ese
presunto declive véase Pratt, 2003). La situación en Letonia
(Dmitry Telnov, com. pers.) no parece halagüeña y en Luxemburgo
es crítica (Marc Meyer, com. pers.). En Holanda, la especie no
parece haber disminuido desde los años 80 (Cuppen, 1992). Jirí
Simandl (com. pers.) afirma que es frecuente en zonas bajas de la República
Checa y Eslovaquia. En España, la Asociación española
de Entomología ha coordinado una recopilación de la información
disponible sobre todos los artrópodos citados en la Directiva
Hábitats. El GTLI colaboró en esa tarea y, gracias a la
colaboración de gran número de personas, ha producido
un mapa de distribución para el territorio nacional. Este mapa
es la única herramienta disponible, por el momento, para evaluar
el grado de amenaza de la especie en España. Su clasificación,
en base a dicho mapa, fue de LC (Least Concern) según los criterios
de la UICN. Esto no significa que no existan motivos de preocupación. El principal candidato es la pérdida del hábitat. Aunque se ha ligado esta especie a la presencia de robledales maduros de Quercus robur, en la Península Ibérica se encuentra también en otras especies de Quercus, como Q. pyrenaica y Q. rotundifolia. En cualquier caso, su dependencia de bosques maduros tampoco está muy clara. En Asturias se encuentra en zonas de campiña, con prados y pequeños bosquecillos y setos dispersos, y también en parques urbanos y en manchas de eucaliptal, probablemente debido a la presencia de caducifolias como el Castaño, Castanea sativa, dispersas dentro de esas plantaciones. En el Reino Unido la especie persiste en un hábitat de campiña y suburbano (Drake, 1994; Percy et al., 2000). Todo ello hace pensar que esta especie es bastante resistente tanto a la fragmentación como a la degradación de la calidad del hábitat, aunque no se ha realizado ningún estudio al respecto. Probablemente, la cantidad de madera muerta es más determinante que el tipo o estado de conservación del bosque, pero este punto debería estudiarse de modo cuantitativo. Se ha citado su limitación altitudinal en los 600 m, (Jirí Simandl, com. pers.) pero esto es manifiestamente falso, al menos al sur de la Cordillera Cantábrica. El efecto perjudicial
del coleccionismo se ha mencionado como causa adicional (Sánchez,
1983; Huerta & Rodríguez, 1988; Rodríguez, 1989).
A pesar de no ser una especie incluida en el CITES, en el Reino Unido
se ha prohibido su venta (Percy et al., 2000). Es difícil evaluar
la situación en España. Por un lado, el SEPRONA desconoce
casos de tráfico de ejemplares de Ciervo Volante (José
Delgado, com. pers.). Por otro, algunas personas nos han comentado la
venta de ejemplares en tiendas de animales y filatelias. La frecuencia
de estos hechos y su repercusión sobre las poblaciones naturales
son un misterio. En la literatura sobre conservación de insectos
amenazados, normalmente se ha considerado despreciable la influencia
de la recolección (Pyle et al., 1981) como causa de extinción
de especies, incluso a nivel local. En cualquier caso, podríamos
enfrentarnos a un vacío legal en este asunto, dado que el Ciervo
Volante no está incluido en el CITES. Por último, las repercusiones negativas de pesticidas o de la mortalidad en carreteras sobre las poblaciones de este escarabajo tampoco han sido estudiadas de modo detallado. Agradecimientos Bibliografía Álvarez
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