Los Monegros
Antonio Melic
& Javier Blasco-Zumeta
Sociedad Entomológica Aragonesa - Zaragoza
Avda. Radio Juventud, 6
50012 Zaragoza
Son muchos los prejuicios que existen contra
las estepas y es fácil analizarlos. La psicología humana
se mueve todavía en la periferia de nuestra naturaleza de
animal de bosque y sabana, de comida abundante y agua próxima.
No es extraño que lo natural se asocie desde un punto de
vista estético a lo verde y húmedo, a lo alto y fresco.
Cumbres, ríos y lagos, bosques frondosos, son sinónimo elemental
de paraíso; estepa, temperaturas dramáticas y ausencia de
agua son las definiciones de paraje infernal. Relajación
y placer frente a tensión y dolor. No, no es extraño que
la mente asocie ideas y cargue de culpas y maldiciones a
la ingrata y dura estepa.
Los Monegros son tal vez el modelo paradigmático
de esta concepción y sus paisajes desérticos ejemplo de
eriales sin valor, terrenos yermos para la vida y, por tanto,
elemento fácilmente sacrificable ante cualquier opción de
las llamadas de ‘desarrollo’ por muy dudosos que puedan
ser los posibles beneficios. Actualmente el Plan de Regadíos
de Monegros, una de esas ‘opciones’, amenaza de forma implacable
a esta ‘tierra esteril’, sin que ninguna institución, departamento
o estamento político relacionado con la gestión ambiental
haya expresado el más mínimo reproche.
Ante semejante dejación de responsabilidades,
un grupo de científicos hemos puesto en marcha el llamado
Manifiesto científico por Los Monegros -o McM- (Melic &
Blasco-Zumeta, 1999) a través del cual queremos expresar
nuestro asombro e indignación por la forma en que son adoptadas
las medidas de protección y conservación de los recursos
naturales en general y, en especial, porque Los Monegros
han sido condenados por intereses económicos y electoralistas
haciendo oídos sordos al aluvión de informes científicos
que los convierten en la joya biológica de nuestro patrimonio
ambiental.
El McM ha sido firmado por casi 500 investigadores
de 35 países en la modesta campaña que ha sido puesta en
marcha durante los meses de febrero y marzo de 1999. El
documento completo incluye 73 artículos elaborados por un
centenar de científicos en los que son analizados y sintetizados
los conocimientos acumulados sobre la zona y su biocenosis,
así como las razones que exigen la inmediata adopción de
medidas de protección. Este es el principal argumento del
McM: la demostración científica de que Los Monegros son
un paraje maduro, singular, único en toda Europa, plagado
de endemismos y rarezas biológicas y ecológicas, con una
biodiversidad inaudita (perfectamente documentada en el
volumen con el listado sistemático de organismos) y en el
que se acumulan una serie de valores naturales que convierten
a Los Monegros en uno de los parajes naturales más interesantes
de todo el continente.
Los Monegros pueden delimitarse desde el punto
de vista geográfico como el territorio comprendido entre
los ríos Ebro al sur, Gállego al oeste y Cinca al este y
los Llanos de la Violada y el Somontano al norte .
Un área tan amplia contiene lógicamente ambientes
diferentes que vienen dados tanto por causas naturales como
antrópicas. La revisión de las aportaciones de los especialistas
y del hábitat de las especies de mayor interés (definido
éste por su rareza en el contexto ibérico y europeo) permite
establecer una gradación en la importancia de los biomas
que aparecen en Los Monegros:
1º .- Lagunas saladas de la plataforma Bujaraloz-Sástago
Como representante de estos ambientes, tras
la degradación por causas antrópicas de la Laguna de Sariñena,
citamos el complejo endorreico de Bujaraloz-Sástago en los
términos municipales de ambas localidades zaragozanas, donde
se concentran casi 100 salinas, cubetas y hoyas endorreicas
en un conjunto estrechamente interrelacionado, constituyéndose
como el más extenso e importante de la Comunidad Europea.
Se trata de lagunas de escasa extensión y profundidad, con
un doble origen en la presencia del agua: escorrentía ocasional
procedente de las precipitaciones y flujos ascendentes de
agua subterránea, condicionándose la existencia o no de
agua al poder evaporante de la atmósfera en cada momento.
Son realmente sistemas todavía activos de
formación de evaporitas que reproducen, a pequeña escala,
los enormes sistemas de "sabkha" miocénicos que
dieron origen a la región, constituyendo un paisaje fósil
que recrea en Europa los ambientes de la "crisis de
salinidad" miocénica del Mediterráneo.
Los valores biológicos vienen dados en primer
lugar por la existencia de comunidades de organismos procariotas
que son auténticos documentos vivientes que reproducen los
paleoecosistemas donde se generó la vida. Los trabajos publicados
sobre brioflora inciden sobre la originalidad y rareza de
estas comunidades, como igualmente ocurre con la flora fanerógama,
muy bien estudiada, destacándose la antigüedad de estas
comunidades (con asociaciones fitosociológicas exclusivas)
y su relación con sus vicariantes norteafricanas y centroasiáticas.
En cuanto a su fauna, se impone citar en primer
lugar al ostrácodo endémico de estas lagunas monegrinas
Eucypris aragonica (Brehm & Margalef, 1948).
Existen también especies raras con disyunciones monegrino-norteafricanas
y/o pónticas como los crustáceos Branchynectella media
(Schmankevitsch, 1873) y Heterocypris barbara (Gauthier),
lo que es una constante para un elevado porcentaje de especies
de la región.
En cualquier caso, el estado actual de las
lagunas puede calificarse como de muy degradado ya que las
orlas de vegetación original son difícilmente reconocibles
hoy, habiéndose detectado también la extinción de algunas
hepáticas. Por otra parte la ejecución de las obras de transformación
en regadío Monegros II, de llevarse a cabo tal y como están
diseñadas en la actualidad, destruirán irremisiblemente
tanto la dinámica actual de las saladas como sus biocenosis
asociadas. La necesidad de su protección es urgente y está
justificada, siendo además un hábitat de interés comunitario
según la directiva 97/62/CE del Consejo de 27/10/97 relativa
a la conservación de los hábitats naturales y de fauna y
flora silvestres.
2 .- Vegetación natural de matorrales y praderas
de gramíneas xéricas
La flora fanerógama y vegetación monegrina
están relativamente bien estudiadas. Molero & Blanché
(1998) citan para la comarca cerca de un millar de especies
de plantas de las cuales un 8% son endemismos ibéricos,
con un 3% de endemismos locales monegrinos. Si ampliamos
el ámbito territorial a las floras ibero-magrebinas e ibero-provenzales,
el número de endemismos se eleva al 14%.
Esta singularidad florística queda reflejada
también en la composición de la vegetación. Pese a tratarse
de un área de una gran homogeneidad climática y geomorfológica
se han citado más de 70 asociaciones fitosociológicas de
las cuales 14 pueden considerarse exclusivas de Monegros
y territorios limítrofes. El interés de estas comunidades
es recogido en las resoluciones del VI congreso de OPTIMA
(Delphi, septiembre de 1989) que hace mención al interés
de los Monegros como área única en Europa, y la necesidad
de proteger sus recursos genéticos frente a su posible desaparición
por los proyectos de la puesta en regadío de la zona, resolución
que vuelve a manifestarse en el año 1998 tras el escaso
eco que entre las autoridades españolas y aragonesas tuvo
la primera.
El paisaje general, fuera de las zonas forestadas
de la Sierra de Alcubierre y oriente de la región y allá
donde no ha llegado el arado, se configura sin vegetación
arbórea y con una ocupación extensiva del territorio en
mosaico por matorrales y comunidades de carácter estépico
(praderas de gramíneas xéricas, cardonales, herbazales nitrófilos...).
Si bien factores como la orientación o la
altitud se constituyen en elementos diferenciadores de la
vegetación, el componente edáfico es un factor de primer
orden que determina la distribución de las comunidades de
plantas, destacando por su originalidad la vegetación, y
su fauna asociada, sobre yesos. Los trabajos publicados
sobre flora criptógama sobre yeso (brioflora, líquenes)
inciden sobre la originalidad de sus respectivos grupos.
Serusiaux (1989) hace un llamamiento urgente, en su lista
roja de los macrolíquenes de la Comunidad Europea, a la
identificación y protección de los enclaves mejor conservados
del Valle del Ebro. El interés de la flora fanerógama queda
igualmente de manifiesto en Molero & Blanché (1998).
El estudio de la fauna de invertebrados asociada
a esta vegetación, ha permitido el descubrimiento de decenas
de nuevas especies para la ciencia (Blasco- Zumeta, 1996)
y el establecimiento de vínculos biogeográficos con la fauna
del Medio Oriente y estepas centroasiáticas (Ribera &
Blasco- Zumeta, 1998). Entre la fauna de vertebrados es
el ave Chersophilus duponti la especie que depende
más estrechamente de estos ambientes.
Así pues, la importancia botánica y zoológica
de la zona radica en constituir un foco de primer orden
de selección de endemismos de origen terciario. Por otra
parte las estepas gipsosas (Gypsophyletalia) son de interés
prioritario según la directiva 97/62/CE del Consejo de 27/10/97
relativa a la conservación de los hábitats naturales y de
fauna y flora silvestres.
La vegetación natural está hoy confinada únicamente
a las zonas abruptas donde no son posibles las labores agrícolas
y ha desaparecido de prácticamente todas las zonas llanas
de la región. Urge en estos momentos el detener el proceso
de rarificación de estas comunidades y tomar medidas que
aseguren su conservación y regeneración.
3 .- Muelas, barrancos y paleocanales
La vulnerabilidad frente a la erosión de los
componentes litológicos terciarios (yesos, margas, calizas
y arcillas en diferente proporción) que constituyen Los
Monegros, han favorecido el modelado por parte de los agentes
atmosféricos, dando lugar frecuentemente a formaciones de
elevado valor geológico y paisajístico.
En el centro del área se alza la Sierra de
Alcubierre. Esta divide Los Monegros en su porción norte
y sur, y es sin duda el mejor exponente de las muelas y
barrancos en el valle del Ebro. En su porción más oriental
(Sierra de Sigena) se encuentran rincones destacables en
su confluencia con el Río Alcanadre que, junto con el área
de Terreu, al norte de Alcubierre, adquieren la mayor complejidad
estructural y relevancia paisajística.
El río Ebro se ve flanqueado por un intrincado
complejo de barrancos que conducen las aguas temporales
hasta su cauce. De componentes predominantemente yesíferos
en su primera mitad, encontramos buenos ejemplos desde los
alrededores de Zaragoza hasta Osera. Río abajo predominan
las arcillas, y se forman valiosos barrancos, valles y cortados
de diferente entidad. Formaciones geológicas a destacar
aquí son los paleocanales, fruto de la erosión diferencial
de redes de estratos calizos y materiales más blandos subyacentes.
Todo ello se extiende por los términos de Sástago, Caspe
y Fraga. Lugares a resaltar son el Barranco de la Valcuerna,
Valdurrios y Serreta Negra.
Excepto los barrancos yesosos, que están deforestados
(la única mancha arbórea sobre yeso destacable sería el
sabinar de Retuerta de Pina, en Pina de Ebro), las muelas
mantienen bosques pertenecientes al Rhamno-Cocciferetum
pistacietosum, que en zonas umbrías y resguardadas mantienen
poblaciones relictas propias de media montaña pirenaica
en la Sierra de Alcubierre y más mediterráneas en los bosque
de la Serreta Negra. Contribuyen notablemente a la biodiversidad
de la fauna de la comarca manteniendo especies de carácter
forestal con unas buenas poblaciones de aves rapaces y otras
especies protegidas.
Son enclaves por lo general poco alterados
y con un uso tradicional que no entra en conflicto con su
conservación.
4 .- Cultivos extensivos de cereal en secano
y nuevos regadíos
La agricultura con cereal en secano supone
el uso del suelo más extendido ocupando todas las zonas
en las que el relieve no ha impedido la entrada del tractor.
Cuando los cultivos se intercalan en mosaico con las áreas
de vegetación natural suponen un factor importante que contribuye
a la biodiversidad de la comarca, pero en las zonas llanas
la agricultura se convierte en extensiva simplificando enormemente
el paisaje: un ejemplo es la plataforma endorreica de Bujaraloz-Sástago,
en que la vegetación natural, reducida a la de las saladas
y lindes entre campos, ocupa sólo el 1'5% de la superficie
(Tella et al, 1996). Desaparece así el interés botánico
y entomológico de la región reapareciendo el ornítico ya
que estos cultivos extensivos son el hábitat de especies
como Circus cyaneus, Otis tarda, Tetrax tetrax, Burhinus
oedicnemus, Pterocles orientalis, P. alchata o Calandrella
rufescens todas ellas especies incluidas con algún grado
de amenaza en la lista roja de los vertebrados de España
(Blanco & González, 1992).
El futuro de la llamada estepa cerealista
en Los Monegros parece incierto. Su transformación en regadío
cambia por completo sus comunidades de aves asociadas por
especies banales y, de quedar como están, no son competitivos
en la economía de libre mercado que se avecina, por lo que
es previsible su abandono si no se toman medidas proteccionistas.
En cuanto a las áreas transformadas en regadío,
tanto las que se realizaron en la posguerra como las actualmente
en curso, mantienen especies banales carentes de interés
naturalístico.
Los Monegros tienen todas las papeletas para
no obtener premio en la rifa de la protección jurídica.
Son una estepa árida, lo que representa un lastre difícil
de vencer y arrastra tras de sí a todo un repertorio de
prejuicios injustificados y falacias, de una tosquedad -pero
también efectividad- inauditas. Entre los aplicables hemos
de citar los tres más comunes: 1) el ecosistema es
el resultado de la degradación por efecto de la presión
humana y, por tanto, carece de sentido proteger algo que
ya es irrecuperable; 2) es un ecosistema que apenas
contiene organismos y el número de especies presentes es
irrisoriamente bajo; y 3) el interés de su biocenosis
es nulo (básicamente su flora consiste en cardos y su fauna
en alimañas). Vencer estas tres falacias es el propósito
del McM.
A lo largo del documento varios trabajos justifican
la auténtica antigüedad de las estepas monegrinas a través
de análisis de carácter geológico. Los Monegros es un ecosistema
(o conjunto de ecosistemas) ‘histórico’, maduro, el resultado
de una historia geológica que se remonta a varios millones
de años y que refleja eventos relacionados con cambios climáticos,
avance y retrocesos de glaciaciones, oscilaciones en el
nivel del Mediterráneo, etc, etc. En muchos aspectos Los
Monegros son un fragmento del Terciario incrustado en pleno
Cuaternario y no el resultado de cambios de origen antrópico,
aunque éstos hayan alterado una parte sustancial de su territorio
en los últimos miles de años y, especialmente, en las últimas
décadas. Pero su ‘esencia’, la que se manifiesta en aquellas
zonas que han conseguido sobrevivir a la presión humana
son un exponente rotundo de panoramas y paisajes remotos
en situación de inminente extinción.
Si los elementos abióticos aportan pruebas
de abolengo, no son menos importantes las que se derivan
de la biodiversidad monegrina. Lo primero que hay que señalar
a propósito de ésta es que resulta asombrosa en su tamaño.
Frente a la idea insustancial que tantos han tomado como
bandera de la escasez de flora y fauna esteparia, Los Monegros
representan en estos momentos el ecosistema más rico de
la península Ibérica y, en términos comparativos, de toda
Europa. De ninguna otra superficie similar puede extraerse,
hoy por hoy, un listado de organismos cuya presencia esté
confirmada, equivalente al contenido en el Manifiesto. De
hecho, 5400 organismos (aun siendo una cifra provisional
o parcial en numerosos grupos), representa una biodiversidad
que no se alcanza en ninguna otra zona sujeta a protección
jurídica en toda Europa.
Un fragmento miserable (mucho menos del 1
por ciento) de toda la superficie peninsular contiene en
torno al diez por ciento de toda la biodiversidad ibérica.
Pero con toda la importancia de este dato contrastado, ni
siquiera es el elemento fundamental para bautizar a la biocenosis
monegrina como extraordinaria. El índice de novedades es
apabullante. Casi 200 nuevas especies para la ciencia en
un periodo de apenas 5 años en una misma zona o región es
un récord no superado en la vieja Europa. Es como si todavía
quedarán ‘selvas vírgenes’ en el Paleártico occidental e
industrializado del 2000. A una superficie como Los Monegros
le corresponderían, aproximadamente, dos novedades faunísticas
por lustro en base a la media de descripción de especies
faunísticas para la península Ibérica de los últimos 20
años. Sin embargo, dicha cifra hay que multiplicarla por
100 para alcanzar el resultado real obtenido.
Si Los Monegros son una cuña del Terciario
clavada en el corazón del Cuaternario y, en cierta forma,
un fragmento de selva tropical rebosante de organismos en
un continente prácticamente urbanizado, completan estos
rasgos de excepcionalidad con un tercero no menos asombroso:
su carácter de región cosmopolita, como consecuencia de
la afiliación de su fauna a tres continentes. En este volumen
se recogen numerosos casos de especies cuya distribución
abarca el Norte de África y Los Monegros; o éstos y el otro
extremo del Mediterráneo e, incluso, las lejanas estepas
asiáticas. Ya se trate de las mismas especies con distribuciones
disyuntas o ya sean especies vicariantes, lo cierto es que
en muchos casos (demasiados como para no ser tenidos en
cuenta) confieren a Los Monegros la naturaleza de isla biológica
africana, oriental o asiática en la Europa occidental. Todo
esto no viene sino a certificar la antigüedad de las estepas
aragonesas: su fauna es fruto de cambios en la distribución
de ecosistemas que se han visto fragmentados, de especies
aisladas que han evolucionado independientemente, de poblaciones
relictas que han conseguido sobrevivir a las glaciaciones
(pero tal vez no a los regadíos), de paleoendemismos, de
organismos exclusivos, irrepetibles en el tiempo y únicos
en todo el planeta.
Los Monegros son tan singulares en tantos
sentidos que resulta asombroso tener que defenderlos en
una sociedad que se considera culta y se dice preocupada
por el medio ambiente y no podemos sino preguntarnos ¿qué
pasaría si Los Monegros estuvieran en Francia, Alemania
o Inglaterra? ¿Cuántos años llevarían a sus espaldas
con el marchamo de ‘zona estrictamente protegida’? ¿Se atrevería
un político europeo a ponerlos en peligro?
Bibliografía:
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Bibliografía complementaria:
El McM recoge la bibliografía exhaustiva sobre
Monegros en un listado de más de 700 libros y artículos
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Braun-blanquet, J. &
Bolos, O. 1957 .- Les groupements vegetaux du bassin de
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5(1-4): 1-266
Blanche, C. & Molero,
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59: 221-222.
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Pedrocchi, C. & Sanz,
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Terradas, J. 1986 .-
El paisatge vegetal dels Monegros: assaig d´interpretació.
Orsis, 2: 71-95