Entre Socios SEA
Entre Socios A. Melic ¿Dónde estaban los entomólogos en julio pasado? El número de asistentes al IX Congreso Ibérico de Entomología superó ligeramente la cifra de 175, a los que hay que sumar unas 25 personas más invitadas como conferenciantes, por protocolo u organización, aunque en muchos momentos pareció que el número era menor. Ello se debió a dos circunstancias: 1) la programación de actividades paralelas, de tal forma que en muchos momentos, a lo largo de los 5 días que duró el congreso, se celebraron diferentes sesiones, conferencias o actos simultáneamente; así que los asistentes se distribuyeron según sus preferencias. La 2º circunstancia es que algunos de los congresistas sólo asistieron a algunas jornadas puntuales, o sólo uno o dos de los días de congreso. Sea como fuere lo cierto es que eché en falta a muchos entomólogos. No voy a pasar lista (ni tampoco los voy a apuntar en la ‘libreta negra’), pero es inevitable que me pregunte ¿dónde estaban? ¿por qué no vinieron? Comentando el asunto con algunos colegas me han planteado varias hipótesis. Por ejemplo, el hecho de que la organizadora fuera la SEA, en lugar de la AeE o la SPEN, y que por su ‘carácter local’ o ‘afinidad’ hacia la entomología aficionada podría haber provocado un cierto rechazo o, al menos, ‘prevención’. Personalmente lo dudo: el número de asistentes no es menor (según creo, aunque no puedo certificarlo) al del anterior Congreso Ibérico celebrado en Évora. Por otro lado, aunque hubiera habido un número indeterminado de colegas que no hubieran asistido por este motivo, también debía haberse producido el fenómeno contrario: la asistencia de miembros de la SEA que normalmente no asisten a otros Congresos Ibéricos. Con una base social de casi 500 socios, la mayor de la Península Ibérica para una asociación entomológica, la sospecha de un ‘congreso poco formal’ debería haber sido un acicate a la asistencia de aficionados. Por tanto, esta razón no me sirve. Otra posible causa que me han señalado ha sido el ‘precio’ de inscripción. No dudo que el importe de la inscripción fue efectivamente elevado, pero es un poco absurdo referirse al precio en abstracto. En principio la cuota de inscripción fue similar a la del Congreso previo. Por otro lado, manteniendo la cuota, se incluyó tanto la excursión como una serie de actividades científicas. Entre ellas la friolera de 21 conferencias sobre temas generales. Además, se estableció un sistema de ‘becas’ de ayuda y precios reducidos para estudiantes que permitió a todos los que los solicitaron inscribirse al congreso por un importe medio de unas 15000 pta. No, el precio tampoco me sirve como ‘excusa’. En fin, otra razón que me han expuesto ha sido la fecha. Al parecer el curso universitario cada vez tiende más a alargarse y ha podido solaparse con el congreso. Puede ser. Pero la cuestión es que el número de ‘entomólogos ibéricos’ debe de situarse en torno a los 1500 efectivos. Sumando los socios de la SEA (500), AeE (360) y SPEN (340) y eliminando las ‘repeticiones’ suman ya algo más de 1000. Así que no es impensable sumar una modesta cifra de 500 entomólogos en la península Ibérica que no están asociados a ninguna de las tres instituciones. Por tanto, la participación puede situarse en apenas algo más del 12 por ciento. Una cifra francamente baja para tratarse de un evento como el Congreso Ibérico. ¿Qué ocurre? ¿No interesa? Me temo que tendremos que meditar en torno a este asunto y hacerlo en profundidad (Ojalá esta nota tenga su respuesta y en el ‘Tribuna Abierta’ del próximo número obtenga algún tipo de comentario). No quiero pensar, aunque no me sorprendería nada, que en realidad se trate del problema de siempre: el arraigado desinterés, apatía y falta de motivación de los entomólogos ibéricos (al menos de los españoles, que son los que más conozco), unido a la escasa capacidad para movilizar e ilusionar de las asociaciones. Por la parte que me toca (como miembro de la Junta de la SEA) tengo la obligación de preguntarme: ¿dónde estaban ‘mis’ socios? (Me refiero a los que no aparecieron, evidentemente). ¿No les interesaba el evento? ¿Les pareció que se trataba de un evento excesivamente formal como para asistir? (Lo que choca frontalmente con alguna de las hipótesis mencionadas). ¿Estaban todos ocupados o de vacaciones? Creo que estamos perdiendo excesivas oportunidades. No me refiero tanto al propio Congreso como a la actitud general. Aunque suene duro, los entomólogos ibéricos tenemos quizás la Entomología que nos merecemos: pobre, limitada, solitaria, triste y bastante decepcionante. Y es que, tal vez haya quien piense que siempre habrá congresos, publicaciones, asociaciones... pues se equivoca. Esto es un ejercicio de ‘desgaste’ permanente y nadie garantiza la renovación de recursos. Así que un día cualquiera es posible que el puñado de personas que están intentando hacer cosas en este país (me refiero a cosas conjuntas, del colectivo y no a asuntos de entomología particular y doméstica) se cansen o decidan pasarse al ‘otro grupo’, el de los ‘listos’ (que no inteligentes). Y es que me temo que toda la entomología ibérica -la social, la colectiva- no son más de diez o quince personas: un miserable uno por ciento del total, uno de cada cien. Alarmante (y bochornoso).
El Boletín y el pescado Desde hace unos meses me ha ido llegando por diversos medios una suerte de mensaje codificado en torno a la pérdida de ‘frescura’ del Boletín (como si fuéramos un pescado). La verdad es que comprendo lo que se pretende expresar con estos mensajes, pero no lo comparto. El Boletín no es ni un pescado ni el Corte Ingles. No sé de dónde se ha sacado la idea de que el Bol.SEA tiene que ‘complacer’ determinadas demandas (ya sean éstas de más divulgación o de lo contrario, más ciencia pura y dura). Es curioso, por ejemplo, que algunos colegas que han manejado la idea de la ‘frescura’ no han participado nunca en el Boletín. ¿Qué derecho tienen a establecer un formato o a seleccionar un determinado tipo de contenidos? ¿Nos van a obligar a los demás a escribir para su esparcimiento y disfrute? No, no somos el Corte Inglés, donde un cartelón a la entrada indica diversas plantas, en cada una de las cuales se puede encontrar el artículo deseado: Lencería de señora, la 3ª; arneses para ganado, sótano primero... No quiero ser duro. Así que voy a intentar guardar mi vena sarcástica. Tan sólo quiero aclarar que el Bol.SEA está abierto a todas las posibilidades y que será lo que quieran los socios. Pero no como acto de voluntad o poder, sino en el ejercicio de su participación directa (en su caso). No sé, yo no pienso escribir ‘a la carta’ porque uno, varios, o incluso todos los socios de la SEA se sienten insatisfechos de alguna forma, ni pienso escribir más ‘fino’ o más ‘grueso’ pensando en el divertimento de uno u otros.
Evolución... ¿o no? En general el anterior monográfico del Bol.SEA ha recibido muy buenas críticas (incluso en algunos casos, excesivas). Pero no debe pensarse que ésta ha sido una opinión unánime... Aquí están algunos fragmentos de un mensaje recibido: Estimado Sr.Melic: Me dirijo a Ud. para comentarle mi opinión acerca de los "Volúmenes Monográficos" del Boletín SEA., del cual Ud. es Director. Pregunta introducción: ¿Cree Ud., por ejemplo, que el último monográfico es "apto para todos los públicos", llega su contenido a todos?. Creo sinceramente que no. (...) Mire, Sr.Melic, no se trata de "incultura", yo particularmente tengo dos titulaciones universitarias (de ciencias, una relacionada con la Biología para más "inri") y me ha resultado terriblemente aburrido la inmensa mayoría de los artículos del Monográfico. Pero yo no deseo hablar de mí, yo le escribo para intentar transmitirle la idea de lo que pasa con esos socios, la mayoría, aficionados a la entomología, no necesariamente con una titulación universitaria y por supuesto no con una licenciatura en Biología, que sólo aspiran en aprender un poco más de su afición y estar en contacto con ciertas novedades en su campo de especialización, y que entraron en la SEA principalmente por sus amenas publicaciones. De acuerdo, el monográfico de los Monegros era muy necesario para dar a conocer esta comarca. Pero el resto, quizás salvo el de "los artrópodos y el hombre" por su lenguaje sencillo, comprensible para la mayoría, son muy aburridos. No soy yo el único que piensa así... Para finalizar: Si se busca cierto "prestigio" para la SEA publicando temas tan "serios" (por no llamarlo de otra manera peor) se corre el peligro de ganarlo entre una minoría de personas y perderlo con el resto (y esta parte es la que ha puesto la Sociedad en el lugar donde está). Espero que no haya habido alguna baja por el aburrimiento causado por la falta de publicaciones periódicas y de interés general. Cordialmente Y termina con una postdata: ‘Ruego evite otras "tentaciones Monográficas", y si no le es posible, por favor, espacie su publicación en más de dos años’. La verdad es que me encanta el mensaje. Había comenzado a preocuparme. ¿Qué ocurre? ¿todo el mundo está de acuerdo y conforme con el volumen? Uf, peligro cuando eso ocurre. Algo falla. Hace apenas unas semanas los editores del volumen nos preguntábamos (medio en broma medio en serio): ‘algo hemos debido de hacer mal porque nadie nos critica’. Así es el mundo del ‘espectáculo’. Bueno, en serio: una cosa es que el mensaje me haya resultado divertido y otra que lo comparta. Evidentemente ni pensábamos hacer un volumen ‘apto para todos los públicos’, ni lo hemos hecho. Más bien hemos querido modestamente elevar el nivel de ‘aptitud’, aunque somos concientes de que ello suele chocar con otro nivel (como en este caso): el de la actitud. Supongo que se entiende la diferencia entre ambas palabras. La actitud (con c) del crítico ha quedado clara. Se aburre si no le hablamos de los escarabajos o las mariposas de su pueblo. Perfecto. Tiene completo derecho a establecer sus prioridades (y niveles de aptitud a pesar de sus dos carreras, cosa de la que sinceramente dudo). Y respecto al ‘prestigio’... Uf, de nuevo. Qué peligroso es eso. El prestigio de la SEA me temo que tiene muy poco que ver con sus socios. Suena mal, pero sería hipócrita decirlo de otro modo. La SEA y en concreto el Bol.SEA ha emprendido en cada momento las acciones que ha considerado oportunas, ya fuéramos 50 socios (p.e., el Catalogus comenzó a publicarse cuando estábamos en ese nivel de miembros), 500 o 10.000. ¿La SEA está donde está -si es que está en algún sitio- por los socios que tiene o tiene los socios que tiene porque está donde está? No deben confundirse los términos porque no son iguales. Le diría al crítico que ‘No reclames ni utilices lo que no te corresponde, precisamente porque no has hecho absolutamente nada para apuntalar ese supuesto prestigio, salvo abonar una pequeña cuota, a cambio de la cual has recibido información y publicaciones que valen bastante más de lo que cuestan (hablo de trabajo, tiempo, esfuerzo, iniciativa y riesgo y no tanto de dinero, aunque también). Es la típica historia: a la hora del reparto del botín, todos somos iguales y no, en absoluto’. Sinceramente, por extraño que pueda parecer, creo que ni siquiera tiene derecho a opinar. Ese derecho no se gana pagando una cuota -esto no es un club social para señoritos aburridos-, sino participando, involucrándose realmente en la dinámica de la sociedad, tomando iniciativas, formulando propuestas. Actuando. O si se prefiere, ‘Evolucionando’... pero no todos los organismos están preparados para ello. |
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